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Antecedentes Generales

El poblamiento del área presenta desde tiempos prehispánicos una unidad territorial, cultural, lingüística y de complementariedad basada en la reciprocidad andina. Las comunidades y su accionar han estado fundamentalmente ligadas al Salar de Atacama, el desierto del mismo nombre, el río Loa y a un sistema de ríos menores con sus afluentes y un sistema de bofedales y lugares de pastoreo que les permitió históricamente desarrollar un patrón agroganadero y alfarero.

Con posterioridad al ocupamiento español, les sobrevino un período de administración boliviana para concluir al terminar la guerra del Pacífico siendo parte del Estado chileno, proceso todo que incidió en un debilitamiento de sus estructuras sociales, económicas y culturales y una fuerte migración rural-urbana.

Los procesos vividos a partir de 1990, con la promulgación de la Ley Indígena, la acción del Estado chileno a través de políticas sociales con pertinencia cultural y desde organismos especializados como la Conadi y el Programa Orígenes, han buscado el fortalecimiento de su identidad étnica.

Su organización como pueblos atacameños a través del Consejo de Pueblos Atacameños y otras organizaciones étnicas, confluyó en que rápidamente sus demandas consiguiesen ser canalizadas a partir de las diversas instancias y mesas de trabajo constituidas en el ámbito local, regional y nacional. Por ejemplo el Consejo de pueblos atacameños acaba de tener su 2° Congreso en enero de 2008, después de 10 años de haber realizado su primer Congreso.

La instauración en sus territorios ancestrales de un Área de Desarrollo Indígena, ADI, denominada Alto El Loa, configuró definitivamente un proceso de empoderamiento en el que las comunidades Atacameñas, Aymaras y quechuas han sido actores principales de sus propios destinos.

Un último fenómeno asociado a influencias exógenas se generó con el inicio de las actividades de índole turística, en donde este estuvo ligado, en su gestión y explotación, a personas y empresas no indígenas.

Sin embargo, el reconocimiento nacional e internacional del valor histórico de las culturas ligadas al Alto El Loa, así como un proceso endógeno de reetnificación, vivido por los propios Atacameños, Aymaras y Quechuas, y apoyados fuertemente por las políticas públicas desarrolladas, han derivado en que hoy importantes aspectos de su vida, patrimonial y territorial y ligados a la actividad del turismo sean administrados por los propios Pueblos Originarios de este territorio.

Hoy, no sólo el patrimonio tangible de los pueblos indígenas del Alto del Loa es relevado, sino que, cada día más, también su patrimonio intangible se torna un importante elemento para la auto comprensión como pueblos originarios de este país, lo que le otorga un valor fundamental también a su cosmovisión.

Antecedentes Generales

El poblamiento del área presenta desde tiempos prehispánicos una unidad territorial, cultural, lingüística y de complementariedad basada en la reciprocidad andina. Las comunidades y su accionar han estado fundamentalmente ligadas al Salar de Atacama, el desierto del mismo nombre, el río Loa y a un sistema de ríos menores con sus afluentes y un sistema de bofedales y lugares de pastoreo que les permitió históricamente desarrollar un patrón agroganadero y alfarero.

Con posterioridad al ocupamiento español, les sobrevino un período de administración boliviana para concluir al terminar la guerra del Pacífico siendo parte del Estado chileno, proceso todo que incidió en un debilitamiento de sus estructuras sociales, económicas y culturales y una fuerte migración rural-urbana.

Los procesos vividos a partir de 1990, con la promulgación de la Ley Indígena, la acción del Estado chileno a través de políticas sociales con pertinencia cultural y desde organismos especializados como la Conadi y el Programa Orígenes, han buscado el fortalecimiento de su identidad étnica.

Su organización como pueblos atacameños a través del Consejo de Pueblos Atacameños y otras organizaciones étnicas, confluyó en que rápidamente sus demandas consiguiesen ser canalizadas a partir de las diversas instancias y mesas de trabajo constituidas en el ámbito local, regional y nacional. Por ejemplo el Consejo de pueblos atacameños acaba de tener su 2° Congreso en enero de 2008, después de 10 años de haber realizado su primer Congreso.

La instauración en sus territorios ancestrales de un Área de Desarrollo Indígena, ADI, denominada Alto El Loa, configuró definitivamente un proceso de empoderamiento en el que las comunidades Atacameñas, Aymaras y quechuas han sido actores principales de sus propios destinos.

Un último fenómeno asociado a influencias exógenas se generó con el inicio de las actividades de índole turística, en donde este estuvo ligado, en su gestión y explotación, a personas y empresas no indígenas.

Sin embargo, el reconocimiento nacional e internacional del valor histórico de las culturas ligadas al Alto El Loa, así como un proceso endógeno de reetnificación, vivido por los propios Atacameños, Aymaras y Quechuas, y apoyados fuertemente por las políticas públicas desarrolladas, han derivado en que hoy importantes aspectos de su vida, patrimonial y territorial y ligados a la actividad del turismo sean administrados por los propios Pueblos Originarios de este territorio.

Hoy, no sólo el patrimonio tangible de los pueblos indígenas del Alto del Loa es relevado, sino que, cada día más, también su patrimonio intangible se torna un importante elemento para la auto comprensión como pueblos originarios de este país, lo que le otorga un valor fundamental también a su cosmovisión.